Entre los diversos sovietólogos, una de las personas más descatadas y originales ha sido siempre la australiana Sheila Fitzpatrick, que ha dedicado casi toda su producción a ese fascinante tema.  Ya emérita, a sus más de setenta años añade un nuevo trabajo a su amplia producción: On Stalin’s Team: The Years of Living Dangerously in Soviet Politics  (Random House).  Esta es la nota editorial:

“Stalin fue el indiscutible  dictador de la Unión Soviética durante tanto tiempo que la mayoría de los historiadores han despachado a los funcionarios que lo rodearon como simples aduladores y mero maquillaje político. On Stalin’s Team revierte este punto de vista,  revelando que detrás de Stalin hubo un grupo de hombres leales que formaron junto a él un equipo muy eficaz desde finales de 1920 hasta su muerte en 1953.

Partiendo de una amplia investigación original, Sheila Fitzpatrick ofrece la primera descripción en profundidad de este círculo interno y de sus familias, describiendo vívidamente cómo estos dedicados camaradas de armas no sólo trabajaron estrechamente con Stalin, a quien tanto temían y admiraban, sino que también constituyeron su círculo social. Los lectores hallarán al astuto jefe de seguridad Beria, a quien el resto del equipo rápidamente ejecutó tras la muerte de Stalin; al número dos de Stalin, Molotov, que continuó en el equipo, incluso después de que su esposa fuera arrestada y se exiliara; el carismático Ordzhonikidze, que dirigía la industria del país con talento empresarial; Andreev, quien iba a las purgas provinciales mientras escucha a Beethoven en un gramófono portátil; y Jruschov, quien finalmente disolvió el equipo cuatro años después de la muerte de Stalin. Entre los hallazgos sorprendentes del libro está que Stalin casi siempre trabajó con su equipo en temas importantes y que, tras  su muerte, el equipo logró una brillante transición hacia una dirección colectiva reformada.

Llevando a los lectores de los cataclismos desde las Grandes Purgas y la Segunda Guerra Mundial a la paranoia de los últimos años de Stalin, On Stalin’s Team pinta una imagen completamente nueva de Stalin dentro de su milieu -una que transforma nuestra comprensión de cómo la Unión Soviética fue gobernada durante gran parte de su existencia”.

Afortunadamente, el editor americano (Princeton UP) permite leer además la introducción de esta obra, que principia del siguiente modo:

“Cuando Stalin quería contemporizar en su trato con los extranjeros, a veces indicaba que el problema pasaría a su Politburó. Esto era tomado como una argucia, ya que los diplomáticos asumían, correctamente, que la decisión final era suya. Pero eso no quiere decir que no existiera un Politburó que él consultara ni un equipo de camaradas con los que que trabajara. Ese equipo -una docena de personas en un momento dado, todos hombres-,  empezó a existir en la década de 1920, combatió contra los equipos de la oposición encabezados por Lev Trotsky y Grigory Zinoviev tras la muerte de Lenin, y se mantuvo notablemente unido durante tres décadas,  mostrando su capacidad de sobrevivir, cual ave fénix, frente a situaciones amenazantes como las Grandes Purgas, la paranoia de los últimos años de Stalin y los peligros de la transición post-Stalin. Treinta años son mucho tiempo para permanecer juntos en política, incluso en un clima político menos letal que el de la Unión Soviética bajo Stalin. El equipo finalmente se disolvió en 1957, cuando uno de sus miembros (Nikita Khrushchev) hizo de sí mismo  el responsable máximo y se deshizo del resto.

He utilizado el término “equipo” (en ruso, komanda) para designar al  grupo de liderazgo que rodeaba a Stalin. Al menos otro estudioso ha utilizado también este término, pero hay otras alternativas  disponibles. Se le podría llamar una “banda” (Shaika) si se quiere indicar que sus actividades -gobernando el país-  tuvieron una naturaleza ilegítima que los hizo ser esencialmente más criminales que gubernamentales. Se le podría llamar “el Politburó” (es decir, el órgano ejecutivo del Comité Central del Partido Comunista, elegidos por los congresos periódicos del partido ), lo cual es medianamente correcto, dado que los miembros eran muy similares, debido a la preferencia de Stalin por grupos de trabajo informales, pero no lo mismo del todo. O se podría llamar una “facción”, otro término peyorativo en el discurso soviético. El lector que prefiera “pandilla” o una de las otras alternativas está invitado a hacer esa sustitución mental. Fue, en cualquier caso, una entidad colectiva cuyos  miembros tenían responsabilidades individuales pero que se encontraban regularmente como grupo, y que estaban unidos por la lealtad a Stalin y, en un principio, por la de unos a otros. Formados para luchar contra otros equipos que compitieron por el liderazgo tras la muerte de Lenin, su función cambió con la victoria, siendo la de gobernar el país.

(…)”

© Random House Australia / Princeton University Press

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